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Lima - Perú
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Perseverancia
| Oportunidad | Bienes
Invisibles | Lo Importante | Perlas
Genuinas | Primera Navidad | Historia
de Milagros | Carta de Jesus | Huellas
en la arena | El limosnero | El
cristiano y el peluquero | Miedo | Andén
de la vida | La ventana | Justicia
Divina | ¿Que vales? | Las
piedras | Sin amor | El
pescador y el banquero | Prueba de amor |
2 ranas en 1 hoyo | Un amigo
PERSEVERANCIA
Se dice que en cierto lugar de la India una mujer fue a pedir a un curandero
una pócima mágica para recuperar el cariño de su
esposo que había retornado de la guerra y la tenía muy abandonada,
el curandero le dijo que antes ella tenía que conseguir el pelo
de un León vivo. La mujer se comprometió a conseguirlo y
en los días posteriores se introducía en el bosque llevando
un trozo de carne que lo arrojaba en las cercanías en donde rondaba
un ferocísimo león. Y así fue durante varios días
hasta que poco a poco ambos se fueron perdiendo el miedo a tal punto que
la mujer se podía acercar lo suficiente para acariciar el dorso
del animal. Llegó una tarde en que el león se quedó
dormido arrullado por los suaves caricias de la mujer y ésta no
tuvo dificultad para sacarle un pelo y llevárselo al curandero
y solicitarle la tal pócima mágica a lo que éste
le respondió: "Mujer ya no lo necesitas, si has podido conquistar
a una bestia salvaje, fácilmente podrás recuperar a tu esposo"
Esta historia tiene un mensaje muy claro "Perseverancia", como
diría un presidente americano cuando le preguntaron sobre su fórmula
mágica para triunfar, él dijo:
¡Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca te rindas!.
OPORTUNIDAD
Un hombre recibió una noche
la visita de un ángel,
quien le comunicó que le
esperaba un futuro fabuloso:
Se le daría la oportunidad
de hacerse rico,
de lograr una posición importante
y respetada dentro de la comunidad
y de casarse con una mujer hermosa.
Ese hombre se paso la vida esperando
que los milagros prometidos llegasen,
pero nunca lo hicieron,
así que al final murió solo y pobre.
Cuando llegó a las puertas del cielo
vio al ángel que le había visitado tiempo atrás
y protestó:
- Me prometiste riqueza, una buena posición social
y una bella esposa. Me he pasado la vida
esperando en vano!
- Yo no te hice esa promesa, replicó el ángel.
Te prometí la oportunidad de riqueza,
una buena posición social y una esposa hermosa.
El hombre estaba realmente intrigado, confeso:
- No entiendo lo que quieres decir.
- Recuerdas que una vez tuviste la idea
de montar un negocio, pero el miedo al fracaso
te detuvo y nunca lo pusiste en practica?
El hombre asintió con un gesto.
- Al no decidirte unos años más tarde,
se le dio la idea a otro hombre
que no permitió que el miedo al fracaso
le impidiera ponerlo en practica.
Recordarás que se convirtió
en uno de los hombres mas ricos del reino.
También, recordarás, aquella ocasión
en que un terremoto asoló la ciudad,
derrumbó muchos edificios y miles de personas
quedaron atrapadas en ellos.
En aquella ocasión tuviste oportunidad
de ayudar a encontrar y rescatar
a los supervivientes,
pero no quisiste dejar tu hogar
solo por miedo a que los muchos saqueadores
que había te robasen tus pertenencias,
así que ignoraste la petición de ayuda
y te quedaste en casa.
El hombre asintió con verguenza:
- Esa fue la gran oportunidad
de salvarle la vida a cientos de personas,
con lo que hubieras ganado respeto de todos ellos,
continuo el ángel.
- Por último,
¿recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja,
que te había atraído tanto?
... la creías incomparable a cualquier otra
y nunca conociste a nadie igual.
Sin embargo, pensaste que tal mujer
no se casaría con alguien como tú
y para evitar el rechazo,
nunca llegaste a proponérselo.
El hombre volvió a asentir,
pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- Sí, amigo mío, ella podría haber sido tu esposa,
dijo el ángel.
- Y con ella se te hubiera otorgado
la bendición de tener hermosos hijos
y multiplicar la felicidad en tu vida.
A todos se nos ofrecen oportunidades,
pero muy a menudo,
como el hombre de la historia,
las dejamos pasar por nuestros temores
e inseguridades...
Pero tenemos una ventaja
sobre el hombre del cuento...
Aún estamos vivos !!!
BIENES INVISIBLES
Tomás es un chico de siete años que vive
con su mamá, una pobre costurera, en su solo cuarto, en una pequeña
ciudad del norte de Escocia. La víspera de Navidad, en su cama,
el chico espera, ansioso, la venida de Papá Noel. Según
la costumbre de su país, ha colocado en la chimenea una gran media
de lana, esperando encontrarla, a la mañana siguiente, llena de
regalos.
Pero su mamá sabe que no habrá regalos de Navidad para Tomás
por su falta de dinero. Para evitar su desilusión, le explica que
hay bienes visibles, que se compran con dinero, y bienes invisibles, que
no se compran, ni se venden, ni se ven, pero que lo hacen a uno muy feliz:
como el cariño de la mamá, por ejemplo.
Al día siguiente, Tomás despierta, corre a la chimenea y
ve su media vacía. La recoge con emoción y alegría
y se la muestra su mamá: "¡Está llena de bienes
invisibles!", le dice, y se le ve feliz.
Por la tarde va Tomás al salón parroquial donde se reúnen
los chicos, cada cual mostrando orgulloso su regalo. "¿Y a
ti, Tomás, qué te ha traído Papá Noel?",
le preguntan.
Tomás muestra feliz su media vacía: "¡A mí
me ha traído bienes invisibles!", contesta. Los chicos se
ríen de él. Entre ellos Federico un niño consentido
quien tiene el mejor regalo pero no es feliz. Por envidia sus compañeros
le hacen burla porque su lindo auto a pedal no tiene marcha atrás,
y enfurecido destruye el valioso juguete.
El papá de Federico se aflige, y se pregunta como podría
darle gusto a su hijo. En eso ve a Tomás sentado en un rincón,
feliz con su media vacía. Le pregunta: "¿Que te ha
traído Papá Noel?"
"A mí bienes invisibles", contesta Tomás ante
la sorpresa del papá de Federico, y le explica que no se ven, ni
se compran, ni se venden, como el cariño de una mamá.
El papá de Federico comprendió. Los muchos regalos visibles
y vistosos no habían logrado la felicidad de su hijo. Tomás
había descubierto, gracias a su mamá, el camino a la felicidad.
LO IMPORTANTE
En Tebas, la ciudad de las muchas puertas, de la antigua
Grecia,
había un tirano llamado Arquias. Era tanta su crueldad que todo
su
pueblo le odiaba. Una noche celebraba un festín con sus más
allegados, cuando en medio de la orgía alguien le trajo una
carta sellada en la cual se le informaba de los planes que un
grupo de conjurados había fraguado para asesinarle aquella misma
noche. Al recibir la carta preguntó que de qué se trataba.
Se le dijo que se trataba de asuntos muy serios.
Soltó una carcajada y dijo: -Los asuntos serios se dejan para mañana.
Poco después, los conjurados se introdujeron en el festín,
disfrazados
de mujeres y a una señal, cayeron sobre él y lo degollaron.
Imprudencia, dejadez o imprevisión. No importa como quieras llamarlo,
pero lo que tenemos delante es la tragedia de un hombre que no supo
colocar en primer lugar lo que era primero.
Y ¿Cuantos no es tan haciendo exactamente lo mismo?
No se necesita realizar ningún esfuerzo para comprender que Dios
tenemos que colocarlo en el mas alto sitial de nuestras prioridades.
PERLAS GENUINAS
Jenny era una linda niña de cinco años
de ojos relucientes. Un día mientras
ella con su mamá visitaban la tienda, Jenny vio un collar de perlas
de
plástico que costaba 2.50 dólares. ¡Cuánto
deseaba poseerlo!
Preguntó a su mamá si se lo compraría, su mamá
le dijo: Hagamos un trato, yo
te compraré el collar y cuando lleguemos a casa haremos una lista
de tareas
que podrás realizar para pagar el collar. Y no te olvides que para
tu
cumpleaños es muy posible que tu abuelita te regale un billete
de un dólar
enterito, ¿Está bien...? Jenny estuvo de acuerdo, y su mamá
le compró el
collar de perlas. Jenny trabajó con tesón todos los días
para cumplir con
sus tareas, y tal como su mamá le mencionara, su abuelita le regaló
un
billete nuevo de un dólar para su cumpleaños. En poco tiempo
Jenny canceló
su deuda. ¡Jenny amaba sus perlas!
Ella las llevaba puestas a todas partes: En la escuela, en la cama, y
cuando
salía con su mamá a hacer los mandados. El único
momento que no las usaba
era cuando se bañaba, su mamá le había dicho que
las perlas con el agua le
pintarían el cuello de verde...
Jenny tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando
Jenny iba a su cama, él
se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido.
Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo:
-Jenny, ¿tú me quieres?
-Oh si papá, ¡tú sabes que te quiero!.
-Entonces, regálame tus perlas.
-Oh, papá !No, mis perlas no!. Pero te doy a Rosita, mi muñeca
favorita. ¿La
recuerdas?, tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños.
Y te doy su
ajuar también, ¿está bien papá?
-Oh no hijita, está bien, no importa, (dándole un beso en
la mejilla).
Buenas noches pequeña.
Una semana después, nuevamente su papá le preguntó
al terminar el diario
cuento "Jenny, tú me quieres?"...
-¡Oh si papá, tú sabes que te quiero!.
-Entonces regálame tus perlas.
-¡Oh, papá! ¡No mis perlas!, pero te doy a Lazos, mi
caballo de juguete, ¿lo
recuerdas? Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar
con él y
hacerle trencitas. Tu puedes tenerlo si quieres papá.
-Oh no hijita, está bien...(dándole nuevamente un beso en
la mejilla) Dios
te bendiga, felices sueños.
Algunos días después, cuando el papá de Jenny entró
a su dormitorio para
leerle un cuento, Jenny estaba sentada en su cama y le temblaban los labios:
-Toma papá ,dijo, y estiró su mano. La abrió y en
su interior estaba su tan
querido collar, el cual entregó a su padre. Con una mano él
tomó las perlas
de plástico y con la otra extrajo de su bolsillo una cajita de
terciopelo
azul. Dentro de la cajita habían unas hermosas perlas genuinas.
El las había
tenido todo este tiempo, esperando que Jenny renunciara a la baratija
para
poder darle la pieza de valor...
Y así es también con nuestro Padre Celestial.
Él está esperando a que renunciemos a las cosas sin valor
en nuestras vidas
para darnos preciosos tesoros. ¿No es bueno el Señor?
Esto me hace pensar las cosas a las cuales me aferro y me pregunto:
¿Qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar?
LA PRIMERA NAVIDAD
Mientras todos los niños ayudaban en sus casas
en los preparativos para la Nochebuena, Pedro, de 7 años de edad,
trabajaba en la joyería de Don Juan para ayudar con el sostenimiento
de su casa. Don Juan era un joyero de mucho dinero, pero al mismo tiempo,
un hombre sin familia, a quien solamente le importaba el dinero y miraba
a Pedro como un simple trabajador más no como un niño.
El día de Navidad Pedro quería retirarse
temprano del trabajo para comprar algunas cosas para la cena y ayudar
a su mamá. Contemplando en la ventada como algunos niños
jugaban, Pedro escuchó un grito que lo hizo temblar:
- ¡Pedro!, gritó Don Juan.
- Si señor, respondió él
- ¿Qué haces mirando por la ventana? Aún no terminas
tu trabajo.
- Pedro contestó:¡Hoy es navidad! hoy es el cumpleaños
del niño Jesús, hoy es un día muy especial.
- ¡Pues a mi no me importa! ¡Crees que hoy vas a poder escaparte
mas temprano de tus deberes, trabaja mejor!, replicó
- Pero Don Juan, hoy quería comprar algunas cosas para la cena
de navidad, suplicó el niño.
- ¡Para la cena de Navidad!, se burló el joyero. Tú
lo único que quieres es escaparte mas temprano. Hoy es un día
común y corriente; mejor sigue trabajando si quieres mantener tu
empleo.
- Si don Juan, contestó Pedro muy triste.
El niño continuó trabajando, con lágrimas
en los ojos. Su corazón estaba muy triste y angustiado y temía
que Don Juan no lo dejase pasar Navidad junto a su familia. En medio de
ese aterrador pensamiento, elevó una plegaria a la Virgen María
pidiéndole su intercesión para que pudiese pasar una linda
Navidad con su familia.
Poco después, Don Juan, inesperadamente, gritó
tan fuerte que casi se le sale el corazón a Pedro.
- ¡Pedro, Pedro ven apúrate! - gritaba el joyero horrorizado.
- Don Juan ¿que le pasa? preguntó
- Don Juan asustado abraza a Pedro y le dice: "Vi un fantasma, vi
un fantasma!
- Pedro miró para todos lados en la habitación de Don Juan
y no vio nada.
- Cálmese, dijo. Yo no veo nada.
- ¿Me estas tratando de mentiroso?, exclamó el anciano.
- No don Juan, disculpe no quise decir eso.
- ¡Sigue trabando mejor!, fue una pesadilla ¡sigue trabajando!
Don Juan seguía atemorizado por lo que según él había
visto. No queriendo permanecer ni un momento solo se le ocurrió
pedirle a Pedro que se quedara con él hasta bien entrada la noche.
"Por si acaso", pensó. Don Juan llamó al niño
y le dijo:
- Pedro, necesito que hoy te quedes hasta más tarde.
- Pero señor, hoy es navidad y mi familia me esta esperando.
- ¡Pedro te pago el doble!
- Pero Don Juan, ya tengo casi terminado mi trabajo y debo ir a casa.
Don Juan no le quería confesar que estaba asustado
y el niño lo sabía, pero él se resistía a
quedarse porque era Navidad. Entonces, se le ocurrió una magnífica
idea: "invitar a Don Juan a su casa a pasar la navidad".
- Don Juan: lo invito a pasar la Navidad con nosotros para que no se quede
solo.
Don Juan estaba emocionado por el ofrecimiento de Pedro, ya que nadie
lo invitaba a su casa. por lo que sin pensarlo… aceptó.
Cuando llegaron a la casa de Pedro, Don Juan se quedó muy impresionado
porque en esa humilde casa, había mucha alegría y generosidad.
Don Juan sonrió como nunca lo había hecho, se dio cuenta
que nunca había tenido una Navidad y ahora la compartía
con una familia muy sencilla y amable. Sus mejillas se sonrojaron y sobre
ellas rodaron muchas lágrimas de la emoción y felicidad
que sentía.
Al final de la noche, Don Juan se comprometió a ser más
justo y considerado con el niño, y a desprenderse de sus bienes
a favor de los más necesitados.
UNA HISTORIA DE MILAGROS
Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque;
un sabio con fama
de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás
de
ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante alumno
del sabio.
Terrateniente: "Me han dicho en el pueblo que eres una persona muy
poderosa
y que inclusive puedes hacer milagros".
Sabio: "Soy una persona vieja y cansada... ¿Como crees que
yo podría hacer
milagros?".
Terrateniente: "Pero me han dicho que sanas a los enfermos, haces
ver a los
ciegos y vuelves cuerdos a los locos..... esos milagros solo los puede
hacer
alguien muy poderoso".
Sabio: "¿Te referías a eso?... Tu lo has dicho, esos
milagros solo los puede
hacer alguien muy poderoso... no un viejo como yo. Esos milagros los hace
Dios, yo solo pido se conceda un favor para el enfermo, o para el ciego,
y
todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo".
Terrateniente: "Yo quiero tener la misma fe para poder realizar los
milagros
que tu haces..... muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios".
Sabio: "¿Esta mañana volvió a salir el sol?".
Terrateniente: "Si, claro que si!!".
Sabio: "Pues ahí tienes un milagro..... el milagro de la luz".
Terrateniente: "No, yo quiero ver un verdadero milagro, oculta el
sol, saca
agua de una piedra.... mira, hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo
y sana sus heridas".
Sabio: "¿Quieres un verdadero milagro? No es verdad que tu
esposa acaba de
dar a luz hace algunos días?".
Terrateniente: "Si!! Fue varón y es mi primogénito".
Sabio: "Ahí tienes el segundo milagro.... el milagro de la
vida".
Terrateniente: "Sabio, tu no me entiendes, quiero ver un verdadero
milagro..."
Sabio: "¿Acaso no estamos en época de cosecha?, no
hay trigo y sorgo donde
hace unos meses solo había tierra?".
Terrateniente: "Si, igual que todos los años".
Sabio: "Pues ahí tienes el tercer milagro...."
Terrateniente: "Creo que no me he explicado. Lo que yo quiero...."
(el sabio
lo interrumpe)
Sabio: "Te has explicado bien, yo ya hice todo lo que podía
hacer por ti...
Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte, yo
he
hecho todo lo que podía hacer".
Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiro muy desilusionado por
no
haber encontrado lo que buscaba. El sabio y su alumno se quedaron parados
en
la vereda.
Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían
el sabio y su alumno, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda,
tomo al
conejo, soplo sobre el y sus heridas quedaron curadas; el joven estaba
algo
desconcertado...
Joven: "Maestro te he visto hacer milagros como este casi todos los
días,
¿Por que te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿Por
que lo haces ahora
que no puede verlo?".
Sabio: "Lo que el buscaba no era un milagro, sino un espectáculo.
Le mostré
tres milagros y no pudo verlos. Para ser rey primero hay que ser príncipe,
y
para ser maestro primero hay que ser alumno... no puedes pedir grandes
milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que
se te
muestran día a día...
CARTA DE JESUS
Querido Amigo:
Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos estamos acercando otra vez
a la fecha en que festejan mi nacimiento.
El año pasado hicieron una gran fiesta en mi honor y me da la impresión
que este año ocurrirá lo mismo. A fin de cuentas ¡llevan
meses haciendo compras para la ocasión y casi todos los días
han salido anuncios y avisos sobre lo poco que falta para que llegue!
La verdad es que se pasan de la raya, pero es agradable saber que por
lo menos un día del año, piensan en mí. Ha transcurrido
ya mucho tiempo cuando comprendían y agradecían de corazón
lo mucho que hice por toda la humanidad.
Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría
de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.
Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y
me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún
así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata.
¿No te parece?
Como lo que sucedió, por ejemplo, el año pasado: al llegar
el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero
¿Puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate!
¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por completo
de mí!.
Resulta que habían estado preparándose para las fiestas
durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron
al margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que
no me sorprendió.
Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido.
Entré y me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas
que nadie advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de
que yo estaba allí?
Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo en grande, cuando de
pronto se presentó un hombre gordo vestido de rojo y barba blanca
postiza, gritando: "¡jo, jo, jo!".
Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se
las arregló para avanzar a tropezones entre los presentes, mientras
todos los felicitaban.
Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños,
emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo: ¡Santa
Clos! ¡Cómo si él hubiese sido el homenajeado y toda
la fiesta fuera en su honor!
Aguanté aquella "fiesta" hasta donde pude, pero al final
tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste.
Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría
de la gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacer
regalos a mí, ¡se obsequian cosas unos a otros! y para colmo,
¡casi siempre son objetos que ni siquiera les hacen falta!
Te voy a hacer una pregunta: ¿A tí no te parecería
extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieron
celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada
a tí? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!
Una vez alguien me dijo: "Es que tú no eres como los demás,
a ti no se te ve nunca; ¿Cómo es que te vamos a hacer regalos?".
Ya te imaginarás lo que le respondí.
Yo siempre he dicho "Pues regala comida y ropa a los pobres, ayuda
a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los huérfanos, enfermos
y a los que estén en prisión!".
Le dije: "Escucha bien, todo lo que regales a tus semejantes para
aliviar su necesidad, ¡Lo contaré como si me lo hubieras
dado a mí personalmente!" (Mateo 25,34-40).
Muchas personas en esta época en vez de pensar en regalar, hacen
bazares o ventas de garaje, donde venden hasta lo que ni te imaginas con
el fin de recaudar hasta el último centavo para sus nuevas compras
de Navidad.
Y pensar todo el bien y felicidad que podrían llevar a las colonias
marginadas, a los orfanatorios, asilos, penales o familiares de los presos.
Lamentablemente, cada año que pasa es peor. Llega mi cumpleaños
y sólo piensan en las compras, en las fiestas y en las vacaciones
y yo no pinto para nada en todo esto. Además cada año los
regalos de Navidad, pinos y adornos son más sofisticados y más
caros, se gastan verdaderas fortunas tratando con esto de impresionar
a sus amistades.
Esto sucede inclusive en los templos. Y pensar que yo nací en un
pesebre, rodeado de animales porque no había más.
Me agradaría muchísimo más nacer todos los días
en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí
para ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan
palpar el gran amor que siento por todos; porque no sé si lo sepas,
pero hace 2 mil años entregué mi vida para salvarte de la
muerte y mostrarte el gran amor que te tengo.
Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Llevo
años tratando de entrar, pero hasta hoy no me has dejado. "Mira
yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta,
entraré en su casa y cenaremos juntos". Confía en mí,
abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me
puedas dar. Gracias
Tu amigo
Jesús
HUELLAS EN LA ARENA
Una noche un hombre tuvo un sueño. En él
caminaba por la playa junto al
Señor. En el cielo se veían reflejadas escenas de su vida.
Ante cada escena
veía en la arena dos pares de huellas: las de él y las del
Señor.
Luego de que pasara ante él la última escena de su sueño,
se volvió a mirar
las huellas en la arena. Notó que en muchas ocasiones, a lo largo
de su
vida, sólo había un par de pisadas. Se dio cuenta de que
había sucedido en
los momentos más tristes y oscuros de su vida.
Aquello lo turbó mucho, y le inquirió al Señor: «Señor,
dijiste que una vez
que decidiera seguirte, caminarías conmigo hasta el final. Sin
embargo he
notado que en los momentos más difíciles de mi vida sólo
se ve las huellas
de dos pies. No entiendo por qué me abandonabas cuando más
te necesitaba».
El Señor le respondió: «Hijo, mi hijito querido; yo
te amo y jamás te
abandonaría. En tus momentos de prueba y sufrimiento, cuando viste
que sólo
había dos pisadas, era porque yo te llevaba en brazos».
EL LIMOSNERO
Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado
de la calle. Vio a lo
lejos venir a el rey con su corona y capa. "Le voy a pedir, de seguro
me
dará bastante" pensó el limosnero y cuando el rey pasó
cerca le dijo : "Su
majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda?"
aunque en su interior
pensaba que el rey le iba a dar mucho. El rey le miró y le dijo
:" ¿Por qué
no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?"...el mendigo
no sabía que
responder a la pregunta y dijo : "Pero su majestad...yo no tengo
nada!". El
rey respondió : "Algo debes de tener...busca!".
Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo
que tenía
una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz". Pensó
que el pan y la
naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó
5 granos de
arroz y se los dió al rey. Complacido el rey dijo: "Ves como
si tenías!" Y
le dió 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo
dijo
entonces: "Su majestad...creo que acá tengo otras cosas",
pero el rey no
hizo caso y dijo : "Solamente de lo que me has dado de corazón
te puedo yo
dar".
Es fácil en esta historia reconocer como el rey
representa a Dios, y el
mendigo a nosotros. Notemos que el mendigo aún en su pobreza es
egoísta y no
se desprende de lo que tiene aún cuando su rey se lo pide. A veces,
Dios nos
pide que le demos algo para así demostrarle que El es el más
importante,
muchas veces nos pide ser humildes, otras ser sinceros o no ser mentirosos.
Nos negamos a darle a Dios lo que nos pide, pues creemos que no recibiremos
nada a cambio sin pensar en que Dios devuelve 100 veces más.
EL CRISTIANO Y EL PELUQUERO
Un cristiano y un peluquero no creyente estaban caminando
por los barrios de
la ciudad.
El peluquero dijo al cristiano: "Es por esto por lo que no puedo
creer en el
Dios que tú me hablas, en un Dios de Amor. Si Dios fuera así
como tu dices,
Él no permitiría que estos vagos fueran adictos a la droga
y a otros hábitos
destructivos. No, no puedo creer en un Dios que permite todo esto."
El cristiano estuvo callado hasta que se encontraron con un hombre
particularmente descuidado. El cabello le llegaba hasta el cuello y la
barba
sin rasurar.
El cristiano le dijo: "No serías un buen peluquero si permites
que un hombre
como éste continúe viviendo aquí sin un corte de
pelo y una buena rasurada."
Indignado, el peluquero contestó: "¿Porqué me
culpas por la condición de
este hombre? No puedo evitar que él esté así. Nunca
ha ido a mi peluquería,
yo podría arreglarlo y hacerlo verse como un caballero si él
me lo pidiera."
El cristiano miró fijamente al peluquero y le dijo: "Entonces
no puedes
culpar a Dios por permitir que los hombres sigan viviendo en sus malos
caminos. Él constantemente los está invitando a acercarse
para ser salvados
y recibir sus promesas a través de su palabra, pero al igual que
este
hombre, no se lo han pedido.
"Esta decisión es personal y sólo tienes que invitarlo
a entrar a tu
corazón."
MIEDO
Una madre y su hijita se preparaban una noche para acostarse.
La niña sentía miedo de la oscuridad y estaba algo atemorizada.
Cuando las luces se apagaron vio la luna por la ventana y le dijo a
su madre: - Mama, quiero que me digas, ¨será la luna la luz
de Dios?
-La madre le contestó: -Si, hijita.
La niñita volvió a preguntarle:
-Y apagara Dios su luz para dormir?
Esta vez la madre puso su mano sobre su cabecita y le dijo:
-No, hija mía, Dios nunca se queda dormido.
Estas palabras despertaron la fe de su corazón infantil y dijo:
-Pues si Dios esta despierto, entonces, ya no tengo miedo...
Eso es encontrar la confianza en una seguridad verdadera!!!
EN EL ANDÉN DE LA
VIDA
Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación
le informaron que el tren en
el que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora.
La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista,
un paquete de
galletas y una botella de agua para pasar el tiempo. Buscó un banco
en el
anden central y se sentó preparada para la espera.
Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó
a leer un
diario. Imprevistamente, la señora observó como aquel muchacho,
sin decir
una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo
abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente.
La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero
tampoco dejar
pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había
pasado; así que,
con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta,
la exhibió
frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los
ojos.
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la
puso en su boca y
sonrió. La señora ya enojada, tomó una nueva galleta
y, con ostensibles
señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de
nuevo la mirada en
el muchacho. El dialogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta
y
galleta.
La señora cada vez mas irritada, y el muchacho cada vez más
sonriente.
Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete solo quedaba
la
última galleta. "- No podrá ser tan descarado",
pensó mientras miraba
alternativamente al joven y al paquete de galletas. Con calma el joven
alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha
suavidad, la partió
exactamente por la mitad. Así, con un gesto amoroso, ofreció
la mitad de la
última galleta a su compañera de banco.¡Gracias! -
dijo la mujer tomando con
rudeza aquella mitad. "De nada" -contestó el joven sonriendo
suavemente
mientras comía su mitad- Entonces el tren anunció su partida...
La señora se levantó furiosa del banco y subió a
su vagón. Al arrancar,
desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado
en el
anden y pensó: "¡Que insolente, que mal educado, que
ser de nuestro mundo!".
Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca
por el
disgusto que aquella situación le había provocado. Abrió
su bolso para sacar
la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró,
dentro
de su cartera, su paquete de galletas INTACTO.
¡Cuantas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones
apresuradas nos
hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores
equivocaciones!
¡Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros,
hace que
juzguemos, injustamente, a personas y situaciones, y sin tener aun por
qué,
las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de
la
realidad que se presenta...!
LA VENTANA
Dos hombres, ambos seriamente enfermos, ocupaban la misma
habitación de un
hospital.
A uno de ellos se le permitía sentarse en su cama por una hora
cada tarde
para ayudar a drenar los fluidos de sus pulmones. Su cama estaba junto
a la
única ventana del cuarto. El otro hombre debía permanecer
todo el tiempo en
su cama tendido sobre su espalda.
Los hombres hablaban por horas y horas. Hablaban acerca de sus esposas
y
familias, de sus hogares, sus trabajos, su servicio militar, de cuando
ellos
han estado de vacaciones.
Y cada tarde en la cama cercana a la ventana podía sentarse, se
pasaba el
tiempo describiéndole a su compañero de cuarto las cosas
que el podía ver
desde allí. El hombre en la otra cama, comenzaba a vivir, en esos
pequeños
espacios de una hora, como si su mundo se agrandara y reviviera por toda
la
actividad y el olor del mundo exterior. Se divisaba desde la ventana un
hermoso lago. Cisnes, personas nadando y niños jugando con sus
pequeños
barcos de papel. Jóvenes enamorados caminaban abrazados entre flores
de
todos los colores del arco iris.
Grandes y viejos árboles adornaban el paisaje y una ligera vista
del
horizonte en la ciudad podía divisarse a la distancia.
Como el hombre de la ventana describía todo esto con exquisitez
de detalle,
el hombre de la otra cama podía cerrar sus ojos e imaginar tan
pintorescas
escenas.
Una cálida tarde de verano, el hombre de la ventana le describió
un desfile
que pasaba por ahí. A pesar de que el otro hombre no podía
escuchar a la
banda, el podía ver todo en su mente, pues el caballero de la ventana
le
representaba todo con palabras tan descriptivas.
Días y semanas pasaron. Un día, la enfermera de la mañana
llego a la
habitación llevando agua para el baño de cada uno de ellos,
únicamente para
descubrir el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, el mismo que había
muerto tranquilamente en la noche mientras dormía. Ella se entristeció
mucho
y llamo a los dependientes del hospital para sacar el cuerpo.
Tan pronto como creyó conveniente, el otro hombre pregunto si podía
ser
trasladado cerca de la ventana. La enfermera estaba feliz de realizar
el
cambio, luego de estar segura de que estaba confortable, ella le dejo
solo.
Lenta y dolorosamente se incorporo apoyado en uno de sus codos para tener
su
primera visión del mundo exterior. Finalmente, iba a tener la dicha
de verlo
por si mismo. Se estiro para, lentamente girar su cabeza y mirar por la
ventana que estaba junto a la ventana. El vio una pared blanca. El hombre
pregunto a la enfermera que pudo haber obligado a su compañero
de cuarto a
describir tantas cosas maravillosas a través de la ventana. La
enfermera le
contesto que ese hombre era ciego y que por ningún motivo el podía
ver esa
pared. Ella dijo, "Quizá el solamente quería darle
animo."
Hay una tremenda felicidad al hacer a otros felices,
a pesar de nuestros
propios problemas. Compartir las penas es dividir el sufrimiento, pero
compartir la felicidad es duplicarla. Si quieres sentirte afortunado
simplemente cuenta todas las cosas que tienes y que el dinero no puede
comprar. "Hoy es un regalo, es por eso que se llama EL PRESENTE."
JUSTICIA DIVINA
Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre
muy virtuoso fue
injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el
verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde
el primer momento se procuró un "chivo expiatorio", para
encubrir al
culpable.
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría
escasas o nulas
chances de escapar al terrible veredicto:¡¡la horca !! El
Juez, también
complotado, cuidó no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio
justo,
por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto
del
Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino: Vamos a
escribir en dos
papeles separados las palabras "culpable" e "inocente".
Tu escogerás y será
la mano del Dios la que decida tu destino. Por supuesto, el mal funcionario
había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE"
y la pobre
victima, aun sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema
propuesto era una trampa. No había escapatoria. El Juez conminó
al hombre a
tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente,
quedó en
silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala
comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña
sonrisa,
tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló
rápidamente.
Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente...
"Pero ¿qué hizo...? Y ahora... ¿Cómo
vamos a saber el veredicto...?!!!!
"Es muy sencillo, respondió el hombre...." Es cuestión
de leer el papel que
queda, y sabremos lo que decía el que me trague..." Con rezongos
y bronca
mal disimulada,..Debieron liberar al acusado, y jamás volvieron
a molestarlo.
Moraleja: Por más difícil que se nos presente
una situación, nunca dejemos
de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento.
¿QUÉ VALES?
Una vez un muchacho que estaba muy deprimido fue donde
un hombre que tenía
fama de sabio. Cuando llegó a la casa del hombre le dijo:
- Señor, vengo a que me ayude. Me siento muy mal.
Soy un fracasado. Nadie
me tiene en cuenta, todo el mundo me rechaza, mis hermanos me dicen que
yo
no sirvo para nada, que soy un idiota. En el colegio, mis compañeros
me
desprecian, nadie me tiene en cuenta. En verdad que soy un fiasco.
El maestro, mirando de soslayo al chico le dice:
-Mira, muchacho, yo, igual que tú, también tengo problemas,
así que no
puedo ayudarte.
De nuevo el joven sintió que una vez más era rechazado,
pero cuando ya se
iba a ir del lugar el maestro lo llamó y le dijo: --Ya que estás
aquí hazme
un favor. Toma este anillo -dijo el sabio quitándose el anillo
de uno de
sus dedos- ve al pueblo en el caballo que tengo allí amarrado y
trata de
vender la joya. Necesito urgentemente ese dinero. Pero escucha bien esto.
¡No vayas a dar ese anillo por menos de una moneda de oro¡Está
claro!?
El muchacho se puso feliz de ver que podía ser útil. Rápido
se montó en el
caballo y se fue al mercado del pueblo que estaba atiborrado de
comerciantes. Estuvo todo el día ofreciendo el anillo, pero cuando
mencionaba el precio, la gente se reía. "Se nota que no tienes
idea de lo
que vale una moneda de oro si pretendes cambiar esa joya", decían
unos.
Otros, tan pronto mencionaba el valor del anillo, se mofaban o miraban
para
otro lado. Cansado de tanto desprecio, resolvió volver donde su
maestro. Una
vez frente a él le contó, con la cabeza agachada, de su
fracasado intento
de vender la joya. El sabio le dijo de nuevo:
-Mira, hagamos lo correcto. Lleva este anillo donde el joyero del pueblo,
él si sabe de su verdadero valor. Dile que lo avalué, pero
escucha bien, no
lo vendas. No importa cuánto dinero te ofrezca.
El chico, feliz, fue al pueblo y se presentó ante el joyero. Éste
tomó el
anillo en sus manos y cuidadosamente lo examinó con una lupa, luego
le hizo
una prueba con unos ácidos y finalmente exclamó: ¡Esto
si que es una
verdadera obra de arte¡ Se quitó los lentes y mirando al
muchacho le dijo
en tono muy emocionado. - Mira, muchacho. Dile al dueño de esta
joya que le
doy ya mismo ¡cincuenta y ocho monedas de oro por ella! Pero que
si se
espera unos ocho días más, le puedo subir el precio hasta
¡Setenta monedas
de oro!
El chico casi se desploma cuando escuchó la oferta
del joyero. Montó el
caballo y corrió a galope hasta donde el maestro. Cuando le relató
el suceso
al hombre, el anciano sabio le dijo: -Debes tener mucho cuidado con la
opinión de los demás. No todos tienen la capacidad de valorarnos
en lo que
verdaderamente somos. Así que no creas todo lo que te han dicho
de ti.
LAS PIEDRAS
Cierto día un motivador experto estaba dando una
conferencia a un grupo de
profesionales. Para dejar en claro un punto utilizó un ejemplo
que los
profesionales jamás olvidarán. De pie frente al auditorio
de gente muy exitosa
dijo: "Quisiera hacerles un pequeño examen..." De debajo
de la mesa sacó un
jarro de vidrio, de boca ancha y lo puso sobre la mesa frente a él.
Luego sacó
una docena de rocas del tamaño de un puño y empezó
a colocarlas una por una
en el jarro. Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía
colocar más
piedras preguntó al auditorio: "¿Está lleno
este jarro?" Todos los asistentes
dijeron: "Sí". Entonces dijo: "¿Están
seguros?" Y sacó de debajo de la mesa
un balde con piedras pequeñas de construcción. Echó
un poco de las piedras en
el jarro y lo movió haciendo que las piedras pequeñas se
acomoden en el espacio
vacío entre las grandes. Cuando hubo hecho esto preguntó
una vez más:
"¿Está lleno este jarro?" Esta vez el auditorio
ya suponía lo que vendría y uno
de los asistentes dijo en voz alta: "Probablemente no". "Muy
bien!" contestó
el expositor. Sacó de debajo de la mesa un balde lleno de arena
y empezó a
echarlo en el jarro. La arena se acomodó en el espacio entre las
piedras grandes
y las pequeñas. Una vez más pregunto al grupo:
"¿Está lleno este jarro?" Esta vez varias personas
respondieron a coro:
"¡No!" Una vez más el expositor dijo: "Muy
bien!", luego sacó una jarra llena de
agua y echó agua al jarro hasta que estuvo lleno hasta el borde
mismo.
Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó: "¿Cual
creen que es la enseñanza
de esta pequeña demostración?" Uno de los espectadores
levantó la mano y dijo:
"La enseñanza es que no importa qué tan lleno está
tu horario, si de verdad lo
intentas, siempre podrás incluir mas cosas"...
"¡No! -replicó el expositor-, esa no es la enseñanza.
La verdad es que esta
demostración nos enseña lo siguiente: Si no pones las piedras
grandes primero,
no podrás ponerlas en ningún otro momento".
¿Cuales son las piedras grandes en tu vida? ¿Un
proyecto que tú deseas hacer
funcionar? ¿Tiempo con tu familia? ¿Tu fe, tu educación
o tus finanzas?
¿Alguna causa que desees apoyar? ¿Enseñar lo que
sabes a otros? Recuerda poner estas
piedras grandes primero o luego no encontrarás un lugar para ellas.
Así que hoy
en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña
anécdota,
pregúntate a ti mismo cuales son las piedras grandes en tu vida
y corre a
ponerlas de primero en tu jarro.
SIN AMOR
La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La justicia sin amor, te hace implacable.
La diplomacia sin amor, te hace hipócrita.
El éxito sin amor, te hace arrogante.
La riqueza sin amor, te hace avaro.
La docilidad sin amor, te hace servil.
La castidad sin amor, te hace orgulloso.
La pobreza sin amor, te hace orgulloso.
La belleza sin amor, te hace ridículo.
La verdad sin amor, te hace hiriente.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La sencillez sin amor, te envilece.
La oración sin amor, te hace introvertido.
La ley sin amor, te esclaviza.
La política sin amor, te hace agólatra.
La fe sin amor, te hace fanático.
La cruz sin amor, se convierte en tortura.
La vida sin amor, no tiene sentido.
EL PESCADOR Y EL BANQUERO
Un banquero de inversión estaba en el muelle de
un pueblito costeño cuando
llego un botecito con un solo pescador. Dentro del bote habían
varios atunes
amarillos de buen tamaño. El banquero elogió al pescador
por la calidad del
pescado y le preguntó cuanto tiempo le había tomado pescarlos.
El pescador respondió que solo un poco tiempo.
El banquero luego le pregunto
porque no permanecía más tiempo y sacaba más pescado?
El pescador dijo que el tenía lo suficiente para satisfacer las
necesidades
inmediatas de su familia. El banquero luego preguntó, "¿pero
que hace usted
con el resto de su
tiempo?" El pescador dijo, "duermo tranquilo, pesco un poco,
juego con mis
hijos, hago siesta con mi señora, María, caigo todas las
noches al pueblo
donde como y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida 'full chévere
y
ocupada."
El banquero replicó, "Soy un MBA de Harvard
y podría ayudarte. Deberías
gastar mas tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote mas grande,
con los ingresos del bote mas grande podrías comprar varios botes,
eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de
vender el
pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador,
eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la
producción,
el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este
pueblo e irte a Ciudad de México, luego a Los Angeles y eventualmente
a
Nueva York, donde manejarías tu empresa en expansión".
El pescador preguntó, "Pero, cuánto
tiempo tarda todo eso?".
A lo cual respondió el banquero, "entre 15 y 20 años".
"Y luego que?" . El banquero se rió y dijo que esa era
la mejor parte.
"Cuando llegue la
hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y vender
las
acciones de tu empresa al publico. Te volverás rico, tendrás
millones".Millones ...y luego qué?"
Dijo el americano, "Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito
en la
costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos,
hacer siesta con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde comas
y
toques guitarra con tus amigos".
El pescador respondió, ¿acaso eso no es lo que tengo ya?
Muchas veces el ser humano busca tener mas de lo que
necesita, debido a eso
nuestro planeta no está dando abasto pues la avaricia del hombre
es mayor
que la producción del planeta. Cristo mismo nos enseñó
a decir "danos hoy el
pan de cada día" no el de todo el año. Obviamente no
es un llamado a vivir
sin que nos importe nada, sino a vivir el hoy, tomando lo que necesitamos
y
expresando nuestro cariño a quienes tenemos cerca.
LA PRUEBA FINAL DE AMOR
John X se levantó del banco, arreglando su uniforme,
y estudió la multitud de
gente que se abría paso hacia la Gran Estación Central.
Buscó la chica cuyo
corazón él conocía pero cuya cara nunca había
visto, la chica de la rosa.
Su interés en ella había comenzado 13 meses antes en una
Biblioteca de Florida.
Tomando un libro del estante, se encontró intrigado, no por las
palabras del
libro sino por las notas escritas en el margen. La escritura suave reflejaba
un
alma pensativa y una mente brillante. En la parte del frente del libro
descubrió
el nombre de la dueña anterior, la señorita Hollys Maynell.
Con tiempo y esfuerzo localizó su dirección. Ella vivía
en Nueva York.
Él le escribió una carta para presentarse y para invitarla
a corresponderle.
Al día siguiente, John fue enviado por barco para servir en la
Segunda Guerra
Mundial. Durante un año y un mes, los dos se conocieron a través
del correo, y
un romance fue creciendo. John le pidió una fotografía,
pero ella se negó.
Ella sentía que si a él de verdad le importaba, no importaría
cómo ella luciera.
Cuando por fin llegó el día en que él regresaría
de Europa, ellos arreglaron su
primer encuentro: A las 7:00 de la tarde, en la Gran Estación Central
de
Nueva York: "Tú me reconocerás" ella dijo, "por
la rosa roja que llevaré en la solapa".
Así que a las 7 John estaba en la estación buscándola.
Dejaré que el señor X les diga lo que sucedió: "Una
joven mujer vino hacia mí,
su figura era alta y esbelta. Su cabello rubio y rizado se encontraba
detrás de
sus delicadas orejas; sus ojos eran azules como flores. Sus labios y su
mentón
tenían una gentil firmeza y en su traje verde pálido era
como la primavera en
vida. Yo comencé a caminar hacia ella sin darme cuenta que no llevaba
la rosa.
Mientras me movía, una pequeña y provocativa sonrisa curvó
sus labios: "¿Vas
por mi vía, marinero?" Murmuró ella. Casi incontrolablemente
di un paso hacia
ella y entonces, vi a Hollis Maynell. Estaba parada casi directamente
detrás de la
chica. Una mujer de más de 40 años, con cabello grisáceo
y bajo un sombrero
gastado. Era más que regordeta, sus pies con gruesos tobillos descansaban
en
zapatos de suela baja. La chica en el traje verde se iba rápidamente.
Sentí
como si me partiera en dos: Mi deseo tan agudo de seguirla, y a la vez
tan
profundo mi anhelo por la mujer cuyo espíritu me había acompañado
y apoyado.
Y ahí estaba ella. Su pálida y rolliza cara era gentil y
sensible, sus ojos grises tenían
un brillo cálido y amigable... No vacilé: Mis dedos apretaron
la pequeña y
usada copia de cuero del libro que era para identificarme con ella. Esto
no sería
amor, pero sería algo preciado, algo quizá mejor que el
amor, una amistad por la
que había y debía estar siempre agradecido. Cuadré
mis hombros, saludé y le
ofrecí el libro a la mujer, aunque mientras hablaba me sentí
ahogado por la
amargura de mi decepción. Soy el Teniente John X, y usted debe
ser la Srta. Maynell.
Estoy muy contento que me pudiera conocer. ¿La puedo llevar a cenar?
La cara de la mujer se ensanchó en una sonrisa tolerante.
"No sé de qué se trata esto hijo" ella respondió,
"pero la señorita en el traje
verde que se acaba de ir me rogó que usara esta rosa en mi abrigo.
Y ella
dijo que si usted me invitaba a cenar yo le diría que lo está
esperando en el
restaurante del frente. Ella dijo que era una clase de prueba!"
No es difícil de entender y admirar la sabiduría
de la Srta. Maynell.
La verdadera naturaleza de un corazón se ve en su respuesta a lo
no
atractivo.
"Dime a quien amas" escribió Houssaye, "Y te diré
quién eres".
DOS RANAS EN EL HOYO
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente,
dos de ellas cayeron en
un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor
del hoyo.
Cuando vieron cuán hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas
que, para
efectos prácticos, se debían dar por muertas. Las dos ranas
no hicieron caso a
los comentarios de sus amigas y siguieron tratando desaltar fuera del
hoyo con
todas sus fuerzas. Las otras ranas seguían insistiendo en que sus
esfuerzos
serían inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención
a lo que las demás
decían y se rindió. Ella se desplomó y murió.
La otra rana continuó saltando
tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas
le gritaba
que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la rana
saltó
cada vez con más fuerza hasta que finalmente salió del hoyo.
Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: ¿No escuchaste
lo que te decíamos?
La rana les explicó que ella era sorda, y pensó que las
demás la estaban
animando a esforzarse más y salir del hoyo.
Ésta historia contiene dos lecciones:
1. La lengua tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida
a
alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarle y finalizar
el día.
2. Una palabra destructiva a alguien que se encuentre desanimado puede
ser lo
que acabe por destruirlos.
Tengamos cuidado con lo que decimos.
Hablemos de vida a aquellos que se cruzan en nuestro camino. El poder
de las
palabras es tanto, que a veces es difícil de comprender que una
palabra de ánimo
pueda hacer tanto bien. Cualquiera puede hablar palabras que roben a los
demás
el espíritu que les lleva a seguir en la lucha en medio de tiempos
difíciles,
en especial, es el individuo que se da tiempo para animar a otros.
UN AMIGO
"Mi amigo no ha regresado del Campo de Batalla,
señor. Solicito permiso para ir a buscarlo" dijo un
soldado a su teniente. "Permiso denegado", replicó el
oficial, "no quiero que arriesgue usted su vida por un
hombre que probablemente ha muerto". El soldado, no
haciendo caso a la prohibición, salió y una hora mas
tarde regresó mortalmente herido, transportando el
cadáver de su amigo. El oficial estaba furioso : "Ya le
dije yo que había muerto!. Dígame: merecía la pena
ir
allá para traer un cadáver?" Y él soldado, moribundo,
respondió: "Claro que si, señor!. Cuando lo encontré,
todavía estaba vivo y pudo decirme : ¡Estaba seguro que vendrías!
"UN AMIGO ES AQUEL QUE LLEGA CUANDO TODO EL
MUNDO SE HA IDO"
2003 - Percy Ramos |
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